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Amor, Cariño y un hijo para la niña : Clips de audio

En el plano de que todo se mezcla con todo, pareciera que da lo mismo hablar de educación sexual, de familia, de sexo y prácticas violentas para la salud de la mujer. Pareciera que todo se normaliza y se escuda a la sombra de “la mujer trabajadora” encontrando su trofeo en “la mujer- útero-madre” y aunque quizás pensemos que es un tema dado por hecho, no es así, no quiero decir con este escrito que el agua moja, pero si compartir algunas cosas que me hicieron pensar de mi recorrido.

La canción colombiana “El camino de la vida” es una canción añorada en este país porque describe el deber de la vida, es un modelo de la felicidad y es un juicio de destierro bucólico para quien no lo vive así.

¿Eso es violencia? ¿Eso es ideología de género? Sí. Estas canciones esconden en las imágenes de “nidos de amor” el desconocimiento de nuestro cuerpo, nuestro deseo y el hallazgo de encontrarnos con un otre. Nos propone que la infelicidad esta fuera de ese cubo resbaladizo y ponzoñozo con ínfulas del deber ser.

Estos mandatos igualan a la mujer a un reproductor amoroso, ¡Claro! Muy afectuoso, pero eso en algunos casos es un valor agregado. La frase “el conocimiento es poder” se aplica con látigo para nosotras porque entre menos nos conozcamos somos más útiles para las dinámicas económicas y sociales de consumo. 

Una buena educación sexual como el acceso a la salud de calidad pareciera que le pertenece a una pocas afortunadas, a Leidy, mujer campesina de 38 años, trabajadora del mercado, conocedora de la manzanilla y la caléndula, con dos úteros, dolores menstruales infernales, NO le pertenece. Ella, que sabe para qué sirve cada planta, que la siembra, que la cosecha y la vende le cuesta entender el funcionamiento de su útero, matriz, su menstruación, no comprende lo que le dijo su ginecólogo ya hace más de diez años, sus explicaciones fueron incomprensibles e insuficientes para aquella niña que no entendía por qué tanto dolor, dolor arropado con el trabajo forzoso y con las responsabilidades de madre y esposa.

Una gran paradoja esta, no siempre la conexión con la naturaleza es sinónimo de una conexión con nosotras mismas, y en este caso la distancia es preocupante y frustrante. Severas tensiones entre los mandatos, la poca educación, el acceso a la salud para un sector de mujeres.

El efecto de estas lindas serenatas con las cuales alguna vez lloramos porque veíamos como en una película nuestra vida perfecta, no esconden más que la imposibilidad de reconocernos en nuestro cuerpo, hablar y preguntarnos abiertamente sobre lo que nos pasa.

Estos sonidos son políticos, peligrosos también porque resuenan en nosotras y se dan por hecho modelos de vida que YA NO SON VIABLES.

Voz de Leidy vendedora de la plaza de mercado.

Medica argentina Sol Despeinada.

Fragmento de:

Canción camino de la vida del Trio América.

Ruinas de Montelen de Violeta García

Amor, Cariño y un hijo para la niña : Texto

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